lunes, 13 de junio de 2016

Ya no quiero creer en Dios


Tengo varios días ya con una sensación de estrés y angustia. Estas últimas semanas el país y el mundo en general parecen ir en retroceso. Hace un mes o poco más tuvo lugar una balacera en un antro gay en Jalapa. Se le achacó al crimen organizado y más de uno le restó importancia por tratarse de "putos". El viernes pasado, un loco abrió fuego matando a 49 personas en un antro gay de Orlando. "50 putos menos, hubieran sido 100" comentó un funcionario de Sedis Jalisco quien justamente ha sido destituido de su cargo. Muchos salieron en su defensa, argumentando la "libertad de expresión"; muchos otros también se regocijaron con las muertes sin repercusión al no ser funcionarios públicos.

La curia católica mexicana ha estado más incisiva últimamente a raíz de la propuesta del presidente Peña Nieto de legalizar el matrimonio homosexual en todo el país. Haciendo caso omiso del llamado del papa Francisco a encontrar un lugar para los homosexuales en la Iglesia: "los homosexuales tienen dones y atributos que ofrecer y la Iglesia debería desafiarse a sí misma y encontrar un espacio fraternal para ellos". A su rama mexicana parece no importarle las órdenes de su jefe supremo. Continúan incitando al odio en cuanto tienen oportunidad y metiendo sus tentáculos en la política mexicana sin importarles que vivimos en un estado laico. Todos los mexicanos alaban y defienden a Juárez pero cuando se trata de tocar el tema del laicismo, se hacen de oídos sordos.

Yo soy homosexual y creo en Dios. Cómo conciliar el asistir a una misa cuando el padre que da el sermón me cataloga como un ser abominable, antinatural, pecador. Porqué asistir a escuchar sermones que me condenan, que me comparan con criminales, violadores, asesinos...

Tengo 35 años y amo a mi familia. Desde hace 10 años me hago cargo de ellos. No hay decisión en mi vida que tome sin pensar en mi padre y mi madre, sin pensar en su bienestar. Todos los días trabajo, trato de dar lo mejor de mi. Siento el peso de las conciencias de los demás, de sus miradas y me manejo por la vida tratando de ser un ejemplo. Soy inteligente, culto, educado. Mi mayor preocupación en la vida es seguirme abriendo paso en ella de una manera honesta. Pero tengo un gran defecto: me atraen los hombres. Eso me pone más abajo de un asesino, un ladrón o un violador. "Prefiero que seas cualquier cosa menos puto", "Uy sí, pero es puto, qué lástima..."

Cómo encontrar la paz espiritual en un recinto donde me topo con hombres padres de familia con quienes he tenido sexo. Asisten a misa fieles, asintiendo y dando la razón al sermón del padre, mientras sostienen de la mano a sus esposas o hijos. Cómo encontrar la paz espiritual en un recinto donde para mi gran sorpresa y vergüenza misma resultó que he tenido sexo con un sacerdote sin saberlo. Aquel que me juzga y me condena es como yo. No, no es como yo, está mil escalones abajo en la escala moral; yo al menos tengo el valor de quererme y asumirme como soy.

Ya no quiero creer en Dios. En el Dios católico que me dio la vida y sin embargo me odia.